La primavera había llegado y la pequeña Lidia estaba encantada con aquello, pues todo se llenaba de flores preciosas que alegraban el paisaje. A la pequeña le gustaba mucho aquella estación por todas aquellas preciosas plantas que aparecían, pero sobre todo porque, según decían sus libros de cuentos, en primavera llegan pequeñas hadas de muy lejos para disfrutar de esta estación, jugando, bailando y cantando junto a las flores. Lidia todas las primaveras colocaba una flor, la cual cuidaba mucho, junto a la ventana de su habitación que dejaba un poco abierta, porque pensaba qua así conocería a alguna hada.
Una noche donde la luna y las estrellas brillaban con gran intensidad, apareció una pequeña hada, que vio aquella preciosa flor a través de la ventana entreabierta de la habitación de Lidia. Entro por la obertura y revoloteó de aquí para allá, de un lado para el otro, mirando curiosamente todo. De pronto la niña se despertó y vio junto a la lamparita, una pequeña hada de cabellos largos y verdes, con diminutas flores adornándolo. Llevaba puesto un precioso vestido azul con flores dibujadas y de su espalda salían dos bonitas alas de colores.
-¿Eres un hada?- pregunto sorprendida la pequeña.
-¡Claro! Me llamo Midori y he llegado hasta aquí atraída por esa flor. Es muy bonita, se nota que la quieres y cuidas mucho.
-Gracias, lo he hecho porque tenia muchas ganas de conocer a una hada como tu.
-Bueno, aquí me tienes. Yo me tengo que ir, pero te dejare un bonito y alegre recuerdo.
En unos instantes la habitación de Lidia se lleno de flores de todos los colores y tamaños, ahora parecía un campo que acababa de florecer. Al darse cuenta, la pequeña hada ya se había marchado.
-¡Muchas gracias Midori!- grito la niña por la ventana.
Si tu, tantas ganas tienes como Lidia de conocer a una hada, coloca junto a la ventana entreabierta de tu habitación, una bonita flor a la que tienes que cuidar y querer mucho y así conocerás a una hada como le ocurrió a la pequeña Lidia
Una noche donde la luna y las estrellas brillaban con gran intensidad, apareció una pequeña hada, que vio aquella preciosa flor a través de la ventana entreabierta de la habitación de Lidia. Entro por la obertura y revoloteó de aquí para allá, de un lado para el otro, mirando curiosamente todo. De pronto la niña se despertó y vio junto a la lamparita, una pequeña hada de cabellos largos y verdes, con diminutas flores adornándolo. Llevaba puesto un precioso vestido azul con flores dibujadas y de su espalda salían dos bonitas alas de colores.
-¿Eres un hada?- pregunto sorprendida la pequeña.
-¡Claro! Me llamo Midori y he llegado hasta aquí atraída por esa flor. Es muy bonita, se nota que la quieres y cuidas mucho.
-Gracias, lo he hecho porque tenia muchas ganas de conocer a una hada como tu.
-Bueno, aquí me tienes. Yo me tengo que ir, pero te dejare un bonito y alegre recuerdo.
En unos instantes la habitación de Lidia se lleno de flores de todos los colores y tamaños, ahora parecía un campo que acababa de florecer. Al darse cuenta, la pequeña hada ya se había marchado.
-¡Muchas gracias Midori!- grito la niña por la ventana.
Si tu, tantas ganas tienes como Lidia de conocer a una hada, coloca junto a la ventana entreabierta de tu habitación, una bonita flor a la que tienes que cuidar y querer mucho y así conocerás a una hada como le ocurrió a la pequeña Lidia
MORALEJA:Si tienes un sueño,aunuqe te parezca imposible de conseguir,nunca lo dejes de lado...es tuyo...
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